Cuento 3 - LA HORDA QUEMADA.
ICapitulo 1 - Merok, el inspirador.
Merok, el inspirador de la Horda Quemada sabia que su gente no era disciplinada y que necesitaban moverse para seguir adelante con su subsistencia, eran nómadas, no gustaban de asentarse en un mismo sitio o zona, al contrario que la Horda Pálida que gustaba de rodearse de animales y alimentarlos para tenerlos a mano o de la Horda Gris que de vez en cuando cultivaba el suelo y guardaba grano para usarlo en tiempo de escasez ellos preferían improvisar, vivir de lo que encontraban o cazaban puntualmente, lo que les obligaba a cambiar de zona a menudo para buscar nuevos recursos, de las tres hordas eran los que se movían mas al sur donde la estrella de calor estaba mas presente y de alguna forma les invitaba a tener una existencia mas relajada y menos trascendente, pero la gran caída también llego hasta ellos y tuvieron que emigrar de nuevo para buscar otros lugares mas propicios y al igual que el resto de hordas emprendieron el viaje.
Los hechiceros y las mujeres magas eran miembros importantes de las hordas no solo curaban enfermedades sino que se encargaban de tratar con el mas allá, el mundo espiritual, la religión era aun una nebulosa, inexistente aun, creían que había algún ser del que emanaba toda la naturaleza, al que dedicaban cánticos y ceremonias, especialmente en los cambios de ciclo cuando el sol dejaba o volvía a aparecer con intensidad en su existencia, tiempos oscuros, tiempos de luz, construían puntos de contacto a los que acudían para pedir protección o inspiración cuando tenían que emprender alguna acción.
El inspirador era una figura importante en las hordas, era su guía, el impulsor, el que decidía, la gran caída había disminuido el numero de hordianos victimas del fuego cayendo del cielo, de las cenizas posteriores y de la falta de luz, era urgente moverse y llegar a otra zona donde la luz estuviera presente y les diese energía y fuerzas.
La Horda Quemada, era de piel mas oscura y aspecto mas rudo que sus vecinos mas al norte, los hordianos pálidos o los grises, pero parecían tener un espíritu mas inquieto lo que les llevaba a arriesgar mas, sus partidas de caza se realizaban en grupo y empleaban la astucia en forma de fuego, cuando divisaban una manada de herbívoros la seguían hasta que se situaban en un terreno favorable para ellos, incendiaban el terreno lo que empujaba a los animales hacia donde estaban los cazadores esperandolos con sus lanzas de madera con punta afilada y cortante. Si la caza tenia éxito se celebraba repartiendo la comida entre todo el grupo y los hechiceros repartían substancias y líquidos que ayudaban a que todos se relajasen, era la existencia de la Horda Quemada.

Merok, si bien en un principio se adentro en el valle no tardo en buscar nuevas zonas mas al sur, los contactos con las otras hordas eran escasos y lo preferían así aunque algunas veces estaban obligados a tolerarse, sabían que en la Horda Gris habitaba una mujer hechicera poderosa, conocedora de pócimas y ungüentos que curaban y tuvieron que llevar hasta ella a uno de sus enfermos, un ser menor, para que lo curase, una vez hecho esto la Horda Quemada continuo su camino, Merok prefería que su tribu siguiese con sus costumbres y manera de vivir antes que conocer otras formas.
Los hordianos quemados también estaban interesados en el mundo espiritual, buscaban una explicación a las cosas que pasaban, esto lo reflejaban en objetos que enmarcaban dentro de un circulo de piedras, dejaban a los malos espíritus dentro del circulo para que no pudiesen salir y librase de ellos, era una creencia inocente pero efectiva por que les permitía vivir sin muchas preocupaciones.
Capitulo 2 - Viaje a lo desconocido
El viaje continuo y los cielos cubiertos y oscuros fueron dejando paso a zonas mas despejadas, algo similares a su antigua zona antes de la gran caída, había agua, zonas rocosas, montañas y planicies, habían llegado a su destino.
Influenciados por las otras hordas, decidieron intentar asentarse de una forma mas definitiva, dejando atrás sus costumbres nómadas, una situación desconocida pero que se mostró eficaz, al poco tiempo el numero de hordianos había aumentado.
Los animales que habitaban el terreno eran algo diferentes a los que ellos conocían, había herbívoros de cuello largo, animales colosales de dos colmillos cuya caza de uno de ellos era suficiente para alimentar a la tribu una larga temporada, carnívoros que se mostraban esquivos y animales cavernarios y misteriosos que no se dejaban ver, otro mundo estaba allí y tenían que descubrirlo y conocerlo.
Gurinda, la hechicera de la horda, estaba constantemente trabajando para conocer las nuevas plantas y las nuevas formas de emplearlas, la forma de hacerlo era haciendo pruebas y viendo los resultados lo que resultaba en algunos casos grotesco y en otros eficaz pero todos lo aceptaban como algo natural.
La oscuridad había dejado paso a la luz y los hordianos podían buscar su destino... por ahora.
FIN
La Horda y el fuego. Historias primitivas IV.
No era fácil, pero a medida que pasaban los días cada hordiana y hordiano iba encontrando su sitio en la organización del clan, el Inspirador, la Hechicera, el Chaman, el Gran Cazador, cada uno era importante y alrededor suyo giraban los demás pero también había otros hordianos que tenían trabajos sin los cuales los días transcurrirían con mucha más dificultad,como los vigilantes del fuego, los hordianos ya conocían como iniciar un fuego pero preferían mantenerlo encendido para tener acceso a él con rapidez si fuese necesario, creían que las llamas tenían vida propia ya que nunca paraban de moverse y iban cambiando de color combinando el rojo con el azul, el naranja con el verde esmeralda y todos los tonos intermedios,sabían que era un elemento peligroso pero también les fascinaba.
Encendían varios fuegos a la vez para iluminar y templar el lugar donde se encontraban y mantener alejados a los seres que merodeaban por la zona, depredadores nocturnos que buscaban presas desprevenidas entre los hordianos también los constructores de armas empleaban el fuego para endurecer la madera y hacer armas mas eficaces, los vigilantes del fuego a menudo lanzaban ramas o hierbas aromaticas a las hogueras y conseguían crear una atmósfera de relajación y sosiego que transportaba a los hordianos a mundos oníricos donde experimentar sus sensaciones y alejarse de la realidad cotidiana de dificultades que les tocaba vivir, según el momento el efecto de las hierbas era mas o menos intenso y sabían como matizar los efectos, en las grandes celebraciones la hechicera incrementaba los efectos de las plantas con preparados específicos que esparcía en la atmósfera donde estaban buscando que todos llegasen a un estado de tranquilidad y placer, como preparación a un descanso para seguir al sol siguiente con fuerzas para una máxima actividad, los hordianos sabían que el descanso era una parte importante, lo habían aprendido de infinidad de otros seres salvajes que pasaban la mayor parte del tiempo descansando.
También algunas hordianas estaban al cargo del fuego, Katrak era una de ellas y su devoción hacia el fuego era evidente, no dejaba que nada la distrajese y a menudo realizaba danzas rituales junto a otras compañeras alrededor del fuego donde a medida que su cuerpo iba entrando en calor iban despojándose de pieles hasta quedar sus cuerpos casi desnudos para rendir cuentas al fuego que las fascinaba al tiempo que lo alimentaban con maderas que iban apilando cerca y quemando a medida que era necesario, el mundo no tendría sentido para Katrak sin el fuego.