Cuento 2 - LA HORDA PÁLIDA

Capitulo 1

Nadie en el grupo sabía lo que podría pasar en un futuro próximo pero tampoco les preocupaba demasiado, la gran caída había cambiado por completo la fisonomía del mundo que habían conocido y lo que querían era tratar de volver a una vida mas parecida a la que conocían, ellos, la Horda Pálida habían habitado siempre la zona norte, la mas fría del planeta, pero la gran caída había provocado que el terreno se volviese inhóspito con un ambiente tenebroso, irrespirable a menudo, donde la estrella del calor no se veía nunca encima de sus cabezas con lo que  se vieron obligados a buscar una nueva zona mas propicia.

El frío lo combatían muy bien cazando animales y usando sus pieles en combinación con finas y fuertes lianas para hacerse vestimentas con las que se protegían, ademas de un conocimiento eficaz del fuego que ya dominaban, algunas veces se adentraban en la zona media donde se habían topado en ocasiones con grupos de la Horda Gris pero habían sabido mantener la distancia y no habían llegado a ningún enfrentamiento directo.

A los que prefería evitar, Toarik, el inspirador de la Horda Pálida era a grupos de la Horda Quemada que habitaban mas al sur en la zona de calor, él sabia que eran de temperamento caliente y carácter belicoso, los hordianos de la Horda Quemada tenían la piel  y la cabellera mas oscuros en la cercanía del color negro, eran mas nómadas y cambiaban de zona con frecuencia, pero la gran caída portadora de lenguas de fuego, tierras retorcidas, aguas hirvientes y cenizas cayendo del cielo también había llegado hasta ellos y tuvieron igualmente que buscar nuevas tierras y otras zonas con caza para alimentarse. Así que Toarik no quería moverse muy al sur y se adentro en el valle, zona desconocida  y misteriosa con una carga de espiritualidad fuerte con la intención de poderlo cruzar y llegar a alguna zona libre de los efectos de la gran caída.

Barurami, la mujer maga de la tribu de los hordianos pálidos estaba muy atareada, los recientes acontecimientos habían alterado la calma espiritual de muchos y como consecuencia el numero de enfermos había aumentado considerablemente lo que la obligaba a preparar ungüentos, pócimas, brebajes y tinturas con las que sanar a los enfermos y recuperarlos para no retrasar la marcha en exceso.

El valle era grande pero no lo suficiente para establecerse en el, ademas Oxicik el explorador guerrero  había divisado a un grupo de la Horda Gris no lejos de la zona en la que se encontraban ellos moviéndose también en busca de un asentamiento favorable.

Habían tenido que esperar a que las penumbras ocasionadas por la gran caída desaparecieran, la noche que parecía no tener fin comenzaba a dejar paso a una nueva luz, tenue pero suficiente para poder seguir su camino. Toarik dio la señal izando unas pieles teñidas de rojo que se divisaban desde la distancia y los hordianos de la Horda Pálida se pusieron en marcha buscando una nueva zona para hacer de ella su tierra.

Y ademas de a todas estas situaciones a menudo el grupo tenia que enfrentarse a otros peligros, el cambio en el planeta había supuesto que muchos animales se encontrasen fuera de sus habitats naturales y muchos de ellos merodeaban cerca tratando de capturar algún hordiano que dejase la protección del grupo, algunos de estos animales eran tan formidables que era casi imposible escapar a un ataque, tal es el caso del brogun un felino de dos cabezas destinado a la extinción pero que representaba un peligro cuando los dos cerebros de que disponía el animal se ponían de acuerdo, cosa que no siempre sucedía, lo que daba una oportunidad de escapar a las presas, o del rougrun animal que comía hierba pero que primero atacaba y después preguntaba al tener una vista deficiente y estar en posesión de un cuerno formidable.


La llegada de una nueva luz, un nuevo sol después de muchas lunas, trajo nuevas inquietudes al grupo, los hordianos del norte se habían mostrado siempre interesados por conocer los motivos de las cosas que pasaban, creían que todo era por alguna razón y gastaban energías en averiguarlo también querían dejar testimonio de su existencia y los talladores de piedras y rocas se esforzaban en grabar escenas en las paredes rocosas que después decoraban con tintes naturales extraídos de la tierra, ocres, amarillos, rojos y verdes principalmente formaban parte de las historias que quedaban escritas en la naturaleza.


Capitulo 2 - La conexión prohibida.

Vanik, uno de los talladores de piedras con mas experiencia centraba su interés en describir las técnicas de caza junto a los rituales sagrados con los que se buscaba conectar su existencia con el mas allá, con mentes aun primitivas intentaban tener el conocimiento para entender el por que de las cosas y los hordianos espirituales estaban muy bien posicionados en la escala social de la horda.

Cuando el frío era intenso Vanik al igual que muchos otros buscaba la compañía de alguna hembra asunto que no estaba muy reglado y obedecía mas a la casualidad que a un estatus predeterminado, las hembras cuando no estaban en disposición de aparearse preparaban una especie de empaste con tierra húmeda y plantas de olor desagradable con el que se embadurnaban el cuerpo, especialmente sus partes mas comprometidas con lo que en numerosas ocasiones evitaban cualquier asalto no deseado.

El grupo hordiano disminuido en numero desde la gran caída seguía adentrándose en el valle en dirección hacia donde desaparecía la estrella caliente para dar paso a las sombras de la noche con la intención de tomar dirección norte después de haberse alejado suficientemente de la zona devastada por la gran caída.

Fueron avanzando y el valle parecía llegar a su fin, las montañas a cada lado se iban suavizando y el terreno se iba volviendo mas llano y se encontraba a mas altura, en cuanto encontraran una salida hacia el norte iban a tomar esa dirección.

Toarik decido permanecer en esa posición unos cuantos soles antes de partir a su nueva zona y para reforzar los buenos augurios decidió celebrar una reunión ritual de conexión con sus ancestros para pedirles consejo y acertar en las decisiones que tendrían que venir, todos los adultos participaban, Barurami, la mujer maga, preparo diferentes pócimas de efectos relajantes y alucinógenos que llevaron al grupo de hordianos a un trance prohibido el resto de jornadas pero aceptado y buscado en ocasiones trascendentes como lo eran esos tiempos, los ancestros hablaron y confirmaron a Toarik que su decisión era la mas correcta a pesar de que habría muchos peligros.

Capitulo 3 - El ultimo refugio

Los soles pasaron y los hordianos pálidos estaban cerca de continuar su marcha cuando en el horizonte apareció un grupo reducido de figuras similares a las suyas que se fueron acercando hasta su campamento, con precaución cubrieron los últimos metros y los visitantes se dieron a conocer como exploradores de la Horda Gris, dijeron que estaban en transito hasta encontrar una nueva zona y preguntaron cuales eran las intenciones de la Horda Pálida, al ser informados que iban a continuar hacia el norte se quedaron satisfechos y regresaron sobre sus pasos, era algo relevante pues otros planes podrían haber significado guerra entre las dos hordas, al poco tiempo se perdieron de nuevo en el horizonte.

Oxicik, el explorador guerrero, con un grupo salio hacia el norte adelantándose al resto de la horda para determinar que las sendas por las que iban a viajar eran seguras, los ancestros al ser consultados habían dicho que seria un viaje peligroso, se tomaron precauciones, se construyeron tótems con figuras sagradas y se hicieron pequeñas ofrendas a los espíritus de las penumbras para que continuaran en su letargo y dejasen a los hordianos hacer su camino.

Hacía muchas lunas que el valle había quedado atrás y los efectos de la gran caída habían desaparecido casi por completo, el terreno parecía limpio, con colinas y espacio en el que se perdía la vista, era una zona fría pero para los hordianos pálidos era un buen sitio, siempre habían habitado el norte donde el frío era mas intenso y con menos horas de luz lo que había hecho que su piel y pelo fuesen mas claros que el de las otras hordas y tuviesen sistemas para adaptarse, muchos de ellos llevaban una especie de antifaz con aberturas como protectores de los ojos para el exceso de luz reflejada en la nieve.

Solo les faltaba construir su ultimo refugio, las viviendas que iban a constituir su asentamiento y el punto de partida de su nueva nación. Pero esto ya es otra historia.

FIN



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