Creer en uno mismo.

Creer en uno mismo.

Un soldado de caballería le trajo a Napoleón un parte muy urgente del mariscal Desaix, tan a escape había venido al campamento que el pobre caballo cayó muerto justo después de entregarlo. La respuesta era tan urgente como el parte y al no haber ningún caballo disponible Napoleón le dio el suyo al ordenanza, quien al ver la magnifica estampa del cuadrúpedo exclamo:

-Mi general, esté caballo es demasiado soberbio para un soldado raso.

-Nada hay demasiado bueno para un soldado francés,- respondió Napoleón.

Abunda la gente que como esté ingenuo ordenanza se figuran que lo de los demás es demasiado bueno para ellos y que ha su modesta condición no le cabe la esperanza de tener lo que la fortuna otorgó a otros.

Nadie será gigante si se tiene por pigmeo ni hay que creer que la miel no se ha hecho para la boca del asno, no hay por que vegetar en la oscuridad, hay que poner en acción las energías personales. Es posible sobreponerse al infortunio, contrabalancear la fuerza del sino y hacer cuanto cabe en los limites de la posibilidad humana.

Alguna pensadora ha dicho: si preferimos ser arcilla no faltaran robustos pies que nos aplasten.

A veces oímos hablar de personas que tienen una suerte loca y parecen estar en posesión de un talismán o un amuleto que les da poder pero no es otra cosa que la efectiva energía creadora que convierte en ayuda los obstáculos y logra éxito donde otros tropiezan. La confianza engendra confianza.

El indio salvaje cree que en él se infunde toda la fuerza y valentía del enemigo vencido pero mas ciertamente cada adelanto, cada perfeccionamiento en el carácter y cada logro acrecienta la fuerza para seguir adelante.

El hombre de poca fe obtendrá poco, el de mucha fe obtendrá mucho. El temor la duda y la timidez han de eliminarse del ánimo.

Conviene no confundir la confianza propia con el egoísmo, cuando la vanidad no engaña ni la soberbia ofusca es el momento de lanzarse a la acción con ímpetu irresistible.

El Diplolocus.